Más es la bulla

Más es la bulla
Photo by Ricardo Gomez Angel / Unsplash

Mis escritores preferidos siempre me conquistaron en verano. En esas tardes que no deberían haber sido ociosas pero en las que buscaba cualquier cosa que hacer en lugar de estudiar para los exámenes de septiembre.

Gabriel García Márquez, sin embargo,  llegó en primavera. Recuerdo perfectamente estar en clase de Literatura Española de C.O.U. Creo que era lunes. En la mesa, recién comprado y sin abrir todavía, estaba «Crónica de una muerte anunciada». Esa frase de inicio «El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.» fue el inicio de una fervorosa admiración por mi parte hacia la obra de Gabo. Esa manera de contar la historia, empezando por el final, desvelándonos a todos que cualquier cosa que leyéramos a lo largo de aquellas páginas no nos permitiría tener un mínimo de esperanza por la vida de Santiago. Aquella sucesión de circunstancias trágicas narradas sin esfuerzo y con aquella atmósfera tan real e irreal a la vez. ¡Qué descubrimiento! ¡Qué nulo esfuerzo fue el que tuve que hacer para leer aquel libro!

Llegado el verano, devoré «Cien años de soledad». El ejemplar de Círculo de Lectores que llevaba años dando tumbos por las estanterías del salón, fue trasladado con honores a mi habitación. La sucesión de Josés, Aurelianos, Arcadios, Úrsulas y Amarantas me atrapó de tal manera que cuando terminé su lectura, empecé de nuevo, esa vez con papel y lápiz al lado para ir dibujando el árbol genealógico de la familia Buendía.

Sin embargo, por encima de todos los libros que he leído y por encima de todas las demás obras de García Márquez, «El amor en los tiempos del cólera» es la mejor novela, la historia de amor mejor contada, la mejor obra de la literatura universal. Florentino Ariza enclenque y desangelado, pasado de moda, enamorado apasionado, incondicional, tocando el violín en la colina y comiendo gardenias, metiéndose en la cama de todas y amando solo a una. Fermina Daza, impasible, dura, injusta y egoísta. Juvenal Urbino, innovador y mundano, atrapado en una ciudad tropical. Todos los personajes secundarios: Tránsito Ariza, Lotario Thugut, la Viuda de Nazaret, Lorenzo Daza, la tía Escolástica, los cuervos perfumados que aletean en el patio, los mastines, el loro subido al mango, Jeremiah de Saint-Amour y su perro… Todos ellos forman parte de un mundo increíble y deseable, mágico y terrenal a la vez, impresionante y maravilloso.

El título de este blog, es una frase de Fermina Daza. Vaya desde aquí este pequeño y humilde homenaje a García Márquez.